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lunes, 22 de agosto de 2011

AÑICOS DE LUNA

Añicos de Luna.

La luna se hace añicos.
Una circunferencia especular,
detonada en miles de partículas plateadas
y en ellas apresadas lonjas de mi vida
disgregadas por el espacio sideral.
Buscan el imán sumergido
en el agujero negro celeste,
la otra dimensión,
la desconocida.
Los apresan en cada pedazo lunático
de ese diminuto instante de existencia,
unas con mis dolores, muchos,
unas con mis padeceres, muchos,
unas con rostros del pasado, muchos
unas con caras forasteras, muchas.
unas con ínfimos momentos de alegría
unas, unas, unas...
Incisivamente en el corazón,
la explosión lunar me percute como el rayo,
me estremece como el trueno,
rasga sin piedad el miocardio.
Cada hilo de músculo cardinal,
encora donde puede,
en las coronarias,
en la vena pulmonar.
Como Pulgarcito,
deja migajas de mi ser
en el recorrido corpóreo.
Impele la sangre,
trata de limpiar,
trata de seducir
a los picos filosos satelitales
del dolor ancestral.
De vez en cuando
una traza se desprende,
sigue el curso
y cicatriza el seno.
De vez en cuando,
una molécula
lucha por horadar,
traspasar mi meninge infranqueable…
de vez en cuando lo logra.
Quedan atorados en mi garganta
en el pasaje corazón-cabeza
como un grito, ese, ese grito silencioso.
La luna desvinculó
secularmente mi ser,
suelto,
sin unión,
sin el lazo.
Profano mi dolor, viaja.
Miles de diamantes sanguíneos
esparcidos en un agujero negro cósmico,
van a esa otra latitud.
la desconocida,
tan desconocida,
tan irreconocible,
como mi visión artera de la luna de hoy,
tan sólo
y nada mas y menos, que de hoy.
Justo hoy…


Marìa Constanza Cantùa ®