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viernes, 31 de diciembre de 2010

Una Parte de Montevideo

Una parte de Montevideo de Maria Constanza Cantua, el Sábado, 01 de enero de 2011 a las 0:39
Una Parte de Montevideo
                                                                                    
Es el amor de Jaime Roos.
 Una Parte de Montevideo
Playa Malvin


El sol intenso me ciega.
Estoy sentada de frente al mismo.
No lo aguante mas.
Corre igual una brisa pero el calor es abrasador.
Más que brisa es viento diría intenso, 
forma olas en una playa que generalmente no hay.
Estoy sola pero por arriba me cubre el cielo, 
a mi izquierda arbustos agrestes y ralos me dan sensación de finitud y a mi derecha lo opuesto, 
el Río de la Plata, 
sensación de infinito, 
de horizonte, 
de perdida de donde termina mi vista, mi mundo.
Río abierto y generoso. No estoy sola.
A lo lejos unas palmeras, 
me gustan, 
eran pequeñas, 
bajas cuando me fui de Montevideo, ya no.
Mas allá el atemporal Náutico, club para navegar y mas cosas.
Gente que baja a la playa.
Gente de todo tipo.
Gente que se acerca a esta playa milenaria, abierta y llena de ofrendas de Montevideo.
Cuando escribo sobre mi cuaderno, el bolígrafo se tranca con minúsculas partículas de arena, 
cosa que jamás pensé que me iba a resultar placentera, 
ahora son casi como una caricia para mi nota, el bolígrafo trancándose.
Las mismas casas de siempre bordean La Curva del Ensueño, La Curva de Punta Gorda. 
Por qué se llamara así, Curva del Ensueño y Punta Gorda...
Aun quedan rayos de sol reflejándose sobre mi bolígrafo.
Tengo ante mí un espectáculo sereno observando a la gente.
Poco ruido, casi nada, casi silencio.
Hablares, parloteos bajitos, caminares por la orilla, juegos de pelota cansinos.
Pasa el Heladero, pienso si siempre habrán estado ahí esos helados.
Aun queda vestigio de viento.
Aun me quedan unos minutos de paraíso familiar de siempre y nuevo a la vez.
Pensar que llegue a estar sentada estudiando aquí, 
aquí mismo con una amiga del alma de siempre, 
siempre en mi corazón.
Creo haber descubierto Playa Malvin gracias a ella, 
por ella, 
justamente tan Montevideana.
Me reclino en mi reposera una vez mas a respirar la última bocanada de la tarde, 
la ultima bocanada de Playa Malvin que tendré en mucho tiempo.
Aquí estará, aquí estará siempre y aquí mismo volveré algún día, ya no muy lejano.

María Constanza Cantúa ®