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martes, 26 de octubre de 2010

Foto de Flores Recicladas

Foto de Flores Recicladas

Flores Recicladas

FLORES RECICLADAS
.de Maria Constanza Cantua, el El Martes, 26 de octubre de 2010 a las 16:13.Flores Recicladas



Flores Recicladas


El día de la madre mis hijos me regalaron flores.
Cuatro flores, cuatro rosas, dos amarillas dos rojas.
Divinas.
Es un momento que disfruto enormemente cuando los mellizos me traen flores.
Ocurre sólo dos veces al año, en mi cumpleaños y el día de la madre.
Las puse en un florero.
Una especie de tubo de ensayo pero más ancho.
Allí andaban ellas, las flores, floreando por mi casa, dando color y buen ánimo en el rincón que las pusiera.
El fin del recorrido fue en mi escritorio.
La mañana, el mate, la buena música y las flores de mis hijos me dieron durante unos días sensaciones muy placenteras.
Rodeada de esas pequeñas, grandes cosas, me sentía bien.
Las flores se fueron marchitando.
Me pone mal ver flores marchitarse.
Es indefectible.
Es inexorable.
Pasa el tiempo y se marchitan.
Les cambié el agua, creí que el agua fresca y fría les devolvería algo de vida, y por unos instantes la tuvieron, pero entraron a los minutos en un coma irreversible.
Lástima, no debiera ser así. Tampoco se debiera arrancar las flores de la tierra para venderlas, pero esa es otra historia y no puedo arreglar el mundo floral.
Evidentemente soy egoísta con ellas porque adoro verlas en el florero.
Mi florero no tiene nada de arte, ni nada de caro, y menos de estético, como ya dije, es un poco mas ancho que un simple tubo de ensayo de laboratorio.
Ya estaban en estado comatoso.
Limpié el tubito que es su hogar. Bien limpio y transparente quedó.
Corté los cabos y las hojas y le saqué los pétalos uno a uno con sumo cuidado de las cuatro rosas.
Dos amarillas, dos rojas.
Llené de agua el recipiente y coloqué los pétalos rojos primero, los amarillos después.
Revivieron.
Los colores se impregnaron de mas colores que sacaron de no sé donde.
El amarillo, el rojo y la textura de cada pétalo se hizo viva, llena, ancha y con ganas de aguantar unos días mas.
No sé por que dio resultado.
Aún están conmigo acá, a mi costado, en mi mesa de escritorio.
Lo saco al sol y los pétalos parecen agradecer los rayos lumínicos como si aun pudiesen absorber su energía y salir de su certera muerte.
Aún viven, aún me acompañan.
Nunca había hecho esto con las flores.
Simplemente se marchitaban y cuando llegaban a su ocaso, las tiraba.
Esta vez será que sentí fuerte el amor de mis hijos al regalarme las flores y eran tan bonitas que se reciclaron en pétalos vivientes, sin cabos, solo pétalos que respiraban sol de la mañana, acompañan a quien escribe esta nota, y decidieron por lo que veo durar bastante más.
Ellas se reciclaron.
Yo no fui.
Fui una herramienta.
Me movió el amor de mis hijos y la belleza de ellas.
Aun están acá, aun están ahí cuando miro para el costado.
Sanas, bellas, vivas.
Ellas se reciclaron.
Agradecida.

Las adoraré todo el tiempo que duren, y más.

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