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jueves, 30 de septiembre de 2010

PELICULAS Y MOMENTOS

PELICULA Y MOMENTOS
.de Maria Constanza Cantua, el El jueves, 30 de septiembre de 2010 a las 20:08.


PELICULA Y MOMENTOS

No tengo idea de filosofía
He leído algo, pero seguro menos que el promedio.
No, seguro, bastante menos que el promedio.
Quiero decir con esto, que lo que voy a escribir, no es filosofía
Que tontería avisar que no es filosofía!
Inseguridad, y aviso!
Es sólo mi visión…rara, pero bueno...

Pero, la vida…está llena de momentos.
Son flashes.
Son fotos.
Son cortes de una película.

Es una película.
Mi película.
Mi guión.
Raras veces tiene continuidad, a veces tiene vacíos, o simplemente la memoria de mi película se perdió allá, ni sé donde.

A lo largo de esa película, tenemos testigos.
Muchos.
Pocos.
Uno solo.

Casi siempre, la versión de mi película, es diferente a la de ellos.
Raras veces los testigos y yo coincidimos.
La coincidencia, es maravillosa
La diferencia es absolutamente enriquecedora, nutritiva.
Alguna veces más triste.
Algunas veces más alegre.
Algunas veces, me digo: “de qué me esta hablando”?
Te brinda esa versión inédita de tu película.

Esos testigos.
Muchos.
Pocos.
Uno solo.
Tienen toda mi gratitud.

Me costó entenderlo.
Mucho.
Uno quiere a su película.
Uno quiere su versión.
Uno quiere que su realidad sea esa, y no otra.
No sé por qué, control de tu vida?
Si no lo tenemos…el control.

Qué me perdí, te preguntas.

Esas cosas que me perdí, y me las contaron, me completan
Me complementan.

Hay una y sola una persona que es mi inspiración para esto que escribo.
Hay una persona que insistió en hacerme ver otras versiones.

Muchos.
Pocos.
Solo uno, te hacen crecer.

El sabe, que me hizo crecer.
Quiero creer que crecí algo.
Que soy un poquitito mejor que hace unos años ya.
La película que me contó él, es diferente, es cruda, es descarnada, es dulce y enloquecida.
Le puso conciencia a mi película.
Expandió mi pequeñisimo mundo.

El sabe que estoy agradecida.
Quiero creer que sabe.
Lo sabes?
Sabelo.
Sabé mi gratitud.

La película sigue…siempre habrá testigos.


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OVACION

OVACION
.de Maria Constanza Cantua, el El jueves, 30 de septiembre de 2010 a las 18:02.Ovación

Hace un mes retomé la danza.
Hace un mes.
Ya hablé en una nota lo que significa tomar clases de danza y lo que provoca en mi el después.
Maravilloso.
Esta vez, voy a hablar de quien dictó las clases.
Es, este joven, a mi entender un poco tímido.
Pero solo es una percepción, no lo conozco.
Así comenzó su presentación.
Esa aparente timidez se transforma, muta, cuando comienza a dar la clase.
Cuando baila, la timidez se transforma en lo contrario.
Lo contrario literalmente.
No hay más timidez.
Despliegue de personalidad, aplomo y calidad de danza insoportablemente perfecta.
Se torna en un gigante.
Es un gigante.
Nos dio clases a mi y mis compañeros.
Mis compañeros hace rato ya que van a esa academia.
En mi caso, empecé con él.
Que suerte tuve, y sigo teniendo.
Ya no está.
Se va de viaje…
Viajar, bailar y viajar, experiencias que acumulará ya en su persona enorme.
Yo no soy de acá, de Buenos Aires, soy de Montevideo, ya lo saben.
No se la jerga local.
Desconozco la jerga local bonaerense del baile, de la danza.
No sé quienes son buenos, más o menos o no muy buenos.
Los que bailan como vocación, como trabajo, siempre son muy buenos.
Pero Juan José Marco y perdoname Juan que te nombre, sos excepcional.
Exepcional bailarín
Excepcional como persona
Serio, profesional, y divertido.
Un tipo bueno.
Digo que tuve suerte, y la tengo aún.
Es una experiencia que sumo a mi memoria.
No LA voy a olvidar.
No LO voy a olvidar.
Me da tristeza que ya no esté.
Es mi egoísmo que me da tristeza.
Me encantaría que estuviera siempre.
Mi egoísmo, ésta vez se vuelve mas liviano.
Juan se merece que le pasen cosas buenas.
No lo conozco.
Solo un mes lo vi bailar.
Solo un mes me dio clase.
Solo un mes me divirtió él.
Solo un mes me dio diversión al alma, que durará por siempre.
Me devolvió las ganas de seguir bailando.
Me devolvió la energía.
Me devolvió la alegría de bailar.
No me importan los 45, me siento liviana, una mujer liviana de 45 años.
Ayer, cuando terminó de darnos su última clase, recibió una ovación.
Una ovación interminable de todos nosotros.
Me hubiese quedado aplaudiendo y gritándole Bravo toda la noche.
Merecida la tiene y mas.
La ovación, y más.
Juan prepara sus valijas.
Ya se va.
Juan está contento.
Y Juan…yo, no sabes cuanto!!!
Gracias!
JUAN JOSE MARCO



Singin in the rain por Jamie Cullen el primer clip.
El segundo no se quién es pero hace una versión de Jamie Cullen que me encantó. Original de Gene Kelly                                            

SIN LUZ

SIN LUZ
.de Maria Constanza Cantua, el El jueves, 30 de septiembre de 2010 a las 2:19.Sin Luz


SIN LUZ

Cuando era chica, cuando íbamos con mis padres al campo, en la carretera fantaseaba con que las luces del auto se fueran a apagar súbitamente.
Súbitamente nos iba iluminar la luz de la luna, si es que se presentaba justo esa noche.
Me daba miedo.
Me daba al mismo tiempo sensación de unidad.
Me acuerdo de pedirle a mi padre apagar las luces por un momento.
Me hacía el gusto siempre.
Y era audaz, íbamos un largo trecho sin luces.
Sobre todo, en el camino vecinal que nos llevaba al campo.
12 kilómetros.
12 kilómetros que los dibujaba con los ojos cerrados.
Cada curva
Cada cañada
Cada sensación más oscura, porque sabía la proximidad de un bosque frondoso de eucaliptos a la vera del camino. SIN LUZ
A la altura de la “tapera”,…ah, ése era mi lugar favorito.
La tapera venia antes de una gran bajada, un sendero derecho después, una cañada salvaje, enseguida la subida y a la izquierda. solita, con algunos árboles maltrechos alrededor, la tapera. SIN LUZ
Todo lo inofensiva que tenia de día, todo lo tenia de fantasmal a la noche.
SIN LUZ.
En aquellos años la casa del campo, no tenía luz.
No llegaban los postes hasta esa altura.
Vivíamos con faroles a gas, a mantilla y velas.
Llegábamos a la tranquera principal, y mis hermanos y yo nos peleábamos para no bajarnos del auto y abrirla.
Aunque mi padre iluminaba la entrada, el auto, tendría que pasar después y, el elegido quedaría, SIN LUZ.
Nos tocó a todos hacerlo pero haciendo honor a la verdad, el que mas se bajó fue mi hermano, después mi hermana y la que menos lo hizo, fui yo.
Cuando me tocaba hacerlo a mi, me parecía que el auto transitaba en cámara lenta, nunca terminaba de pasar.
SIN LUZ, adivinaba el poste y la argolla que tenía que encastrar y lo cerraba pero rompiéndome varias veces la mano en mi desesperada carrera de volver al auto.
Igualmente me gustaba.
Esas dualidades que tiene uno.
Miedo, adrenalina, sensación de vacío casi y,  a la vez unidad.
Volver al auto, era el premio mas exquisito. Ahí no había miedo.
Era unidad.
La casa es grande.
SIN LUZ, aun más grande.
Mala suerte.
Mi cuarto quedaba al final de la casa.
Mas mala suerte.
Probé creo que una vez ir SIN LUZ, media vuelta y a pedir compañía!
Una vela no era seguridad de nada, luz por un lado, SIN LUZ por el otro.
Sombras raras dibujadas en las paredes de los corredores.
No había forma, tenia que ir y no podía pedir un solidario cada vez que iba.
Hacia tripas corazón.
Iba, y volvía volando,…volar que me dejaba SIN LUZ.
Volaba a la vida, a la sala de estar con la estufa a leña,
poderosa,
llena de luz,
a la luz, sabiéndome rodeada de oscuridad, SIN LUZ.
Volvía a la unidad, a mis hermanos y padres.
Es de las sensaciones placenteras de mi niñez, la SIN LUZ.
Tengo mellizos.
Uno, heredó mi querer antiguo de sensaciones SIN LUZ.
Por diferentes motivos, mis hijos y yo hemos andado mucho por carreteas.
Tenemos unos cuantos kilómetros rodados, no se por qué.
Pero así es.
Hace unos años, en un viaje nocturno con mis hijos, uno de ellos me dijo...
Mami, viste la oscuridad del campo?
No te da miedo?
Querés apagar las luces?
Querés probar SIN LUZ?
A lo que le conteste a todo que si.
Me dio una sensación rara
Atávica
Entre sorprendida por mi mismo exacto pedido cuando era chica
El mandato genético.
Y las ganas solas, sin genes en el medio, de algunos aún: la SIN LUZ.
“SIN LUZ, como los hombres de las cavernas”, me dijo mi hijo.
Lo mismo que pensaba yo de pequeña, pensé.
Se me dibujó una sonrisa en la cara en aquél entonces y, ahora cuando lo escribo.
A mi hijo le dije que si, que tenia miedo.
El supo instantáneamente que no.
Instantáneamente las apagué.
Fueron unos segundos.
Derramo su luz la luna, la sin luz.
Fui su heroína por unos instantes.
Lo que me salio decirle después fue, no tengas miedo.
Solo no hay luz
Mamá está contigo y yo no tengo miedo.
Nada te pasará, si yo no tengo miedo.
La unidad.
Era la misma sensación, emoción que sentía cada vez que mi padre manejaba unos metros sin luz.
No tenía miedo, él no tenía miedo, había unidad.